
Y LUEGO FIESTA A LAS 00 HS. ENTRADA $5
Para realizar "Casa de citas" los directores Analía Couceyro y Ramiro Lehkuniec transformaron las instalaciones del IUNA en un gigantesco prostíbulo que el público recorre guiado por unas acertadísimas presentadoras. Durante el trayecto, cada parada es la excusa para que las chicas nos cuenten una historia. Sobre textos de Morosa di Giorgio y Alejandro Urdapilleta, estos monólgos son breves, rotundos y contundentes y las chicas se montan en esos parlamentos poniendo una entrega altamente elogiable.
Casa de citas resulta un muy recomendable espectáculo con muchos elementos a destacar: los textos son geniales, las interpretaciones están a la altura de los autores y el elenco tiene una gran homogeneidad que hace que la obra no decaiga en ningún momento. Las presentadoras (especialmente Camelia que aún con sus bigotes construye una madama impresionante) se lucen dándole continuidad a la acción e interactuando con el público de una manera muy cordial sin incomodar ni obligar forzadas participaciones.
Desde la puesta en escena, los directores lograron integrar todos los fragmentos construyendo una historia que cierra perfecto a partir de textos sin conexión (aparente) entre sí.
Un muy aplaudible logro de la gente del IUNA en una obra que tiene esa "onda under bien hecho por gente joven" que tanto se extraña en Buenos Aires.
No hay escenarios, telones o butacas en “Casa de Citas”. Hay patio. El patio a cielo abierto de una construcción venida a menos, en donde varias madamas reúnen al público para luego guiarlo por un tour de escaleras, pasillos y habitaciones, y conocer así a las chicas que se exhiben y se ofrecen cada noche.
¿Pero qué ofrecen, qué exhiben las chicas de esta casa? Los textos de Marosa di Giorgio y de Alejandro Urdapilleta ostentan una poética por momentos pop, por momentos esquizoide, a través de la cual estas chicas nos ofrecen con bizarro humor la amargura de un viejo dolor, y exhiben con orgullosa perversidad las huellas de un amor que las lastimó hasta la locura.
¡Claro que hay escenario en “Casa de Citas”! Son muchos, es un todo, y el público ingenuo también se ha subido pero todavía no lo sabe. Víctimas de esta estafa, los espectadores no se dan cuenta, sino hasta cuando ya es demasiado tarde, que en realidad son los actores protagonistas de una puesta que los seduce, que los usa, que les brinda un momento de placer a cambio del valor de una entrada.
El singular espacio del IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte) no puede ser más atractivo para una pieza que resulta original, entretenida, con un muy parejo y buen nivel de actuaciones, que obedece a una ajustada dirección
Un par de chicas y otra que lo parece reciben al espectador -en el adoquinado patio de la casa del título- con una copa de vino, aclarándole que han devenido meretrices por circunstancias de la vida. Heredaron familiarmente ese lugar y no sabían bien que negocio poner, pues toda inversión resultaba muy costosa, así es como se les ocurrió que lo mejor era un lupanar.
Entre tanto conversan y conocen a los invitados de esa noche, mientras en una soga tienden a secar eróticas prendas que han formado o formarán parte de las fantasías de sus clientes. En algún momento invitarán a recorrer la casa para conocer al resto de quienes ofrecen sus servicios.
El público se dividirá de acuerdo a unos numeritos previamente acordados y subirán escaleras, avanzarán por oscuros pasillos, descubrirán rincones insólitos, y escucharán de boca de cada una de las prostitutas increíbles historias de sexo y vida. Algunas serán dramáticas, otras divertidas, las habrá también reflexivas, solidarias, masoquistas, inocentes y perversas. En los 60 minutos que dura el recorrido, las prostitutas se mostrarán sin ambages, necesitadas como lo están de que alguien las escuche y puedan confiar sus secretos más privados y sus intimidades más sorprendentes, en aras de un cariño que quién sabe si alguna vez llegará.
Cada una de ellas es completamente distinta de la otra, como lo son los espacios, las naturales escenografías, el vestuario que las caracteriza, y una puntual iluminación que parecería penetrar en estos personajes de historieta con visos de existencias casi siempre complicadas.
Son 14 intérpretes que, en esta Casa de citas, citan los atractivos textos de Marosa di Giorgio y Alejandro Urdapilleta, base de la idea hábilmente dirigida por Analía Couceyro y Ramiro Lehkuniec.
Y lo hacen corporizando concienzudamente a cada buscona, otorgándole la impronta de su personalidad y sucesos vividos. Acercarse a este apetecible burdel es una experiencia amena e incitante.