viernes, 24 de octubre de 2008

Diario Crítica

Casa de citas, un pequeño gran éxito del teatro off

Mujeres con historias para contar

La obra que dirige Analía Couceyro nació para una sola noche y va por su tercera temporada. En un espacio no convencional, una vieja fábrica de la sede del IUNA, los textos de Marosa di Giorgio y Alejandro Urdapilleta tienen un raro eco.



La propuesta nació el año pasado, cuando el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA) preparaba la inauguración de su sede ubicada en Venezuela 2587, barrio de Once, y buscaba sumar una performance que completara la fiesta. Entonces Ramiro Lehkuniec y Analía Couceyro –profesores los dos en la Facultad de Artes Dramáticas– decidieron aceptar la oferta y jugar con ese espacio enorme que tenían a su disposición para hacer lo que pocos en el off hacen por estos lares: montar un espectáculo en espacios no convencionales. La instalación-recorrido estaba pensada únicamente para esa noche, pero gustó y se quedó: hace unas semanas largó la tercera temporada.

El espectáculo se llama Casa de citas y el nombre tiene más de una acepción: la primera, más clara, no necesita explicación alguna. La segunda sí: en este lugar, todas las palabras que escuchamos son de otros, más precisamente de Marosa di Giorgio y de Alejandro Urdapilleta, que indagan con sinceridad y crudeza en las cuestiones relacionadas al amor, los encuentros amorosos, el sexo y los desengaños.

“Nunca la pensamos como una obra de teatro, más bien como un recorrido en el que se pueden espiar pedazos de actuación”, cuenta Couceyro, la directora. Y sigue: “Y el espacio nos pareció súper estimulante de entrada: esto que armamos es algo que sólo se podría hacer así y que no podría funcionar en una sala”.

Cuando los espectadores entran al galpón de Venezuela, son recibidos por personajes almodovarianos que oficiarán de guías en ese tour de citas: habrá que subir escaleras, esquivar cortinas y seguir sus pasos para encontrar, en rincones de lo más insólitos, a cada una de las mujeres que tiene una historia para contar. Un recorrido sugestivo e imprevisible sólo apto para valientes, que puede intimidar a los menos acostumbrados a la interacción.

Pero Couceyro defiende la elección: “A mí, por lo general, me molesta bastante la interacción, pero creo que acá el recorrido lo avala y hace que sea bastante relajado. No hay un llamado a los espectadores de manera violenta y, en general, la gente se entusiasma porque nadie está obligado a participar; el que quiere se queda al margen”.

Hay un último elemento distintivo en Casa de citas que salta a la vista en el saludo final: la cantidad de personajes involucrados en el proyecto. Dieciséis actores en escena es un número que el teatro independiente no suele ni arañar y un gusto que los proyectos germinados en el Conservatorio –por la cantidad de alumnos que allí se forman– sí puede darse.

“Uno se acostumbra a trabajar con poco y en el teatro off viene pasando eso: no es fácil armar algo con un número grande de personas porque los subsidios no alcanzan para pagarles a todos o los actores se te van durante los procesos de ensayo: siempre pasa algo. Por como están dadas las circunstancias en el IUNA, uno cuenta casi siempre con quince actores con ganas de trabajar y tiene posibilidad de ensayar durante muchos meses”, se entusiasma Couceyro, que el año que viene dirigirá el proyecto de graduación de alumnos de actuación y apuesta con convicción a los actores universitarios: “Puede ser que antes los chicos aprendieran de manera muy cerrada, pero muchas cosas que están pasando ahí adentro lograron que la cosa se abriera mucho más. Y cada vez son más los actores formados ahí que están trabajando en obras, que salen y hacen buenas cosas. Hay algo menos escolar, supongo. Y cuanto menos escolar, obvio, mucho mejor”.

Natalia Laube

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