miércoles, 22 de octubre de 2008

Bestiario de corazones rotos, por Leandro Fogliatti

No hay escenarios, telones o butacas en “Casa de Citas”. Hay patio. El patio a cielo abierto de una construcción venida a menos, en donde varias madamas reúnen al público para luego guiarlo por un tour de escaleras, pasillos y habitaciones, y conocer así a las chicas que se exhiben y se ofrecen cada noche.

¿Pero qué ofrecen, qué exhiben las chicas de esta casa? Los textos de Marosa di Giorgio y de Alejandro Urdapilleta ostentan una poética por momentos pop, por momentos esquizoide, a través de la cual estas chicas nos ofrecen con bizarro humor la amargura de un viejo dolor, y exhiben con orgullosa perversidad las huellas de un amor que las lastimó hasta la locura.

¡Claro que hay escenario en “Casa de Citas”! Son muchos, es un todo, y el público ingenuo también se ha subido pero todavía no lo sabe. Víctimas de esta estafa, los espectadores no se dan cuenta, sino hasta cuando ya es demasiado tarde, que en realidad son los actores protagonistas de una puesta que los seduce, que los usa, que les brinda un momento de placer a cambio del valor de una entrada.

Leandro Fogliatti

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